domingo, 9 de junio de 2013

RAF: La terrible consecuencia de los principios


Primeros componentes de la RAF: Ulrike Meinhof, la segunda por la izquierda en la fila superior

La sensación de que tiempo y espacio se encajonan el uno en el otro.
La sensación de encontrarse en una sala llena de espejos deformantes.
Tambalearse.
Y después, una euforia horrible de que uno oye algo… sobre la diferencia acústica del día y la noche.
La sensación de que el tiempo transcurre, el cerebro vuelve a estirarse, la médula vuelve a ensacarse de nuevo abajo por semanas.
La sensación de haber sido despellejado.
Fragmento de Carta de una presa en la galería de la muerte de Ulrike Meinhof

Hace un mes se cumplió el aniversario de la muerte de Ulrike Meinhof. Quien fuera una columnista de prestigio en un pequeño periódico de izquierdas de Hamburgo durante los revueltos años sesenta, apareció ahorcada en su celda de la tenebrosa prisión de Stammheim la mañana del 9 de mayo de 1976, fecha del aniversario de la capitulación del III Reich. Atrás quedó una vida de infatigable lucha y compromiso con los principios revolucionarios que tan brillantemente definió en su trabajo intelectual, ya fuera en el diario Konkret o en la acta fundacional de la Fracción del Ejercito Rojo (RAF).

La figura de Meinhof es probablemente la más compleja de cuantas compusieron la RAF a lo largo de sus más de veinte años de existencia. Y la más simbólica del sentimiento que marcó la época y de la evolución que parte de la izquierda experimentó llegando a coger las armas en un intento de "llevar la violencia hasta su puerta, demostrando su vulnerabilidad", tal y como decía Meinhof sobre el uso de las armas en alusión a su guerra contra "los poderosos". Para comprender esta transformación de la práctica revolucionaria de la izquierda es necesario retrotraerse al contexto social y político de los años sesenta.

Para Meinhof, la política vino dada por su madre adoptiva, Renate Riemeck, quien fundó la Unión Alemana por la Paz a finales de los cincuenta, constituyéndose como la organización más de izquierdas de la política alemana donde el Partido Comunista de Alemania estaba ilegalizado desde 1956. La Alemania Federal había salido de la ruina de la Segunda Guerra Mundial mediante al célebre "milagro alemán" en un periódo de desigual crecimiento económico según las clases. El marco de la Guerra Fría determinó notablemente esta situación, en la que la OTAN necesitaba una RFA rearmada y con una economía voyante. Fue en ese mismo contexto en el que se asimiló a nazis en puestos de poder político y económico. El nazismo persistía incluso en las masas. Esta situación era descrita por Stefan Wisniewski, miembro de la segunda generación de la RAF, en una recomendable entrevista que el diario taz le realizó en la cárcel:
"Yo nací y me crié en los años cincuenta en un pequeño e idílico pueblo de la Selva Negra, hijo de un preso polaco condenado a trabajos forzados. Ninguna historia espectacular; en Polonia sólo hubiese sido uno entre cien mil, pero en este pueblo mi madre me inculcaba: «No se te ocurra explicar nada de la historia de tu padre, si no tendrás problemas». En aquel lugar había algunos antiguos hombres de las SS y de las SA y simpatizantes, que formaban parte de los ciudadanos más respetados."

Sobre su estancia en un centro de menores problemáticos:
"En el centro debíamos aprender un oficio, con maestros que nos trataban con expresiones como:  «Con Hitler hubiésemos cortado por lo sano con vosotros»"
Fragmentos de Fuimos tan terriblemente consecuentes.
Konkret
Los análisis que realiza Meinhof en el diario de Hamburgo durante la década de los sesenta constituyen el testimonio más fidedigno de la transformación que la izquierda europea experimentaría en esos años. Los artículos de la periodista, que al principio girarían en torno a la cuestión nuclear y el rearme de la RFA dentro del contexto de la Guerra Fría, irían radicalizandose a medida en la misma medida que los movimientos de protesta. A finales de la década, con la Guerra de Vietnam en plena ebullición, los jóvenes europeos se levantaron. En la Alemania Federal, la muerte de un joven durante un acto de protesta contra la visita del Sha de Irán, unido al intento de asesinato de un amigo de militancia de Ulrike, Rudi Dutschke, supuso el cénit de las protestas contra el gobierno. Sin embargo, los éxitos de estos movimientos no van a adquirir poder político, por lo que cambia el escenario de la lucha: el foquismo del Che -"crear muchos Vietnam"- se va a ir aceptando en forma de organizaciones violentas. Sobre la influencia del 68, escribió el filósofo marxista español Manuel Sacristán, que fue profesor de Ulrike en la universidad:

"En Ulrike Meinhof no han dejado nunca de vivir las esperanzas que el 68 dio a mucha gente que se afanaba desde mucho antes. La vena sesentayochista de Ulrike Meinhof ha sido tan auténtica como lo era todo en ella. Esa autenticidad -en esto no me parece acertada Renate Riemeck- no es nada adolescente."
 Escritos sobre Ulrike Meinhof, de Manuel Sacristán
En 1968, un grupo de cuatro jóvenes causó un incendio en unos grandes almacenes de Frankfurt. La reacción de Meinhof, que para entonces ya había roto con su vida pequeñoburguesa en Hamburgo junto a un antiguo militante del Partido Comunista y director de Konkret, Rainer Röhl, y había transladado su residencia a Berlín junto a sus dos hijos, es muy interesante haciendo suya la reflexión de Fritz Teufel:
"Siempre es mejor quemar unos grandes almacenes que tener unos grandes almacenes".

Tras una entrevista con Gudrun Ensslin, una de las activistas responsable del incendio, Meinhof entrará en una fase sin vuelta atrás que culminará con la operación que liberará a Andreas Baader, otro de los responsables del incendio. La fecha -14 de mayo de 1970- constituyó de facto el nacimiento de la RAF, que tendría en los tres implicados en aquella acción como principales protagonistas. No faltaron voces que explicaron la decisión de Meinhof como un acto típico de una mujer neurótica por sus problemas emocionales. Aunque es cierto que Ulrike manifestó siempre una gran sensibilidad -así como una superdotada inteligencia-, su decisión no fue impulsiva sino meditada y madurada con el tiempo. Prueba evidente de ello es la evolución de sus análisis en el periódico, aquí dos ejemplos.

“Tirar una piedra es una acción punible, tirar mil piedras es una acción política."
Ulrike Meinhof en estado puro

Inicio de la RAF
En sus primeros momentos de vida, la primera generación de la RAF viajará a Jordania, país en el que la OLP tenía su base, para recibir entrenamiento. En el acta fundacional de la organización resuenan frases de Mao perfectamente unidas por Meinhof, encargada de escribir casi todos los comunicados. La guerrilla urbana será el modo de acción al desarrollarse en un país desarrollado. Ya en la Alemania Federal, comenzarán los primeros atracos a bancos. El oscuro tunel de la clandestinidad.

La reacción del gobierno alemán no se hace esperar. En una época en la que muchos jóvenes todavía simpatizaban con las ideas y acciones de la RAF, la actividad policial va a resultar implacable. Para el recuerdo quedarán las pegatinas que muchos alemanes ponían en sus coches: "Yo no pertenezco a la Baader-Meinhof" -en alusión a la cantidad de controles policiales que se realizaron en carreteras durante aquellos días. Petra Schelm será la primera baja de la banda tras verse envuelta en un tiroteo en uno de esos controles en carreteras. Tenía veinte años. La media de edad de los integrantes de la RAF fue siempre muy baja. De hecho, Meinhof suponía una excepción al contar con más treinta y cinco años.

Las bases y cuarteles militares estadounidenses de donde partían aviones rumbo a la Guerra de Vietnam serán los primeros objetivos de la organización siendo el atentado de Heidelberg el más sangriento con tres muertos. Pocos días después, Meinhof será delatada por un profesor que había dado apoyo a la RAF hasta entonces. A su detención le seguirán la de la mayoría de componentes de la primera generación: Baader, Ensslin, Jean Carl Raspe, Holger Meins... El aparato del Estado, el Leviatán, había reaccionado con rapidez dejando en evidencia la fragilidad de la estrategia de la RAF. El tiempo demostró que la guerrilla urbana había fracasado.

La última morada
Según entró en prisión, Ulrike fue puesta en régimen de aislamiento por ocho meses. El trato en la cárcel -perfectamente definido en el sospechoso final de los activistas- resultó lamentable desde el comienzo. La "tortura blanca", tal y como la calificó el escritor Heinrich Böll, premiado con el Nobel, contribuyó al deterioro físico y mental de los miembros de la RAF. El texto de Meinhof que da inicio a esta entrada es un excelente ejemplo. La prisión de Stammheim-Stuttgart -contruida para el proceso en 1975- será el escenario donde se desarrollarán lo últimos momentos de la vida de Meinhof y sus compañeros.

Lo sucedido en el Septiembre Negro -con el secuestro de atletas israelíes por parte de fedayínes en plenos JJOO de 1972 y que acabó en masacre- fue un golpe duro para los prisioneros. Aunque Meinhof escribiría sobre la acción como un acto de la necesaria lucha internacionalista que debía darse para crear un cambio a nivel mundial.

Una de las claves del proceso y de la impunidad con la que el Estado alemán actuó -y fue algo que los propios prisioneros expresaron- fue el paulatino abandono de la sociedad hacia la causa. Durante cinco años, -y desde antes, de hecho- los medios de comunicación y los poderes gubernamentales se ocuparon de echar sobre la RAF toda la basura posible. De hecho, la propia banda había atentado contra edificios del grupo Springer, editores del sensacionalista Bild, que sigue publicando mierda diariamente todavía hoy. Por ejemplo, las extenuantes sesiones en el juicio suponían una tortura para los presos, que muchas veces no habían podido dormir y manifestaban transtornos en el habla. En ocasiones, uno de los prisioneros empezaba a insultar al juez para dar por finalizada la sesión de ese día. Los medios, claro está, publicitaban dicha situación para mostrar la cara agresiva de los terroristas.

 En 1974, Holger Meins muere en medio de una huelga de hambre que pedía mejores condiciones para los presos. Wisniewski contaría después lo siguiente:

Entrevistador: Yo también estaba en 1974 en Berlín y recibí en la mani por  la muerte de Holger Meins, por primera vez, una verdadera  paliza. Situaciones así las ha vivido mucha gente, pero fueron muy pocos los que se fueron a la RAF.  Allí nos podríamos haber encontrado.
Nunca he olvidado  aquella época en la que estuve en el centro juvenil, en la calle Postdamer. Estaba en marcha la huelga de hambre.  Habíamos movilizado, desde Amnistía Internacional hasta  el párroco Albertz, todo lo que se podía movilizar. Yo estaba  allí, en ese centro juvenil, encima de la mesa —no había tarimas— y estaba dando un discurso. En ese momento entra alguien y dice: Holger ha muerto.  A mí —y no sólo a mí— se me saltaron las lágrimas. Algunos,  que por lo demás se consideraban más bien críticos con la RAF, empezaron enseguida a hacer cócteles molotov y nos fuimos directos hacia la Ku’damm
 Fragmentos de Fuimos tan terriblemente consecuentes.
En mayo de 1976, muere Ulrike Meinhof. El veredicto oficial fue claro: la emocional y frágil Meinhof había acabado con su sufrimiento que se advertía eterno. Sin embargo, la realidad es que una comisión extranjera afirmó la imposibilidad de que Ulrike hubiera podido suicidarse mediante ahorcamiento. Tampoco había indicios de que algún miembro de la RAF tuviera intención de suicidarse. De hecho, a pesar del duro panorama, Meinhof transmitía en sus escritos su militancia revolucionaria. Su compromiso con sus principios.

La entrada en acción de la segunda generación de la RAF -con el propio Wisniewski, Briggite Mohnhaupt y Christian Klar- radicalizaría el proceso asesinando a cargos de gran peso en Alemania en 1977. En esos años de plomo -con especial mención para el Otoño Alemán-, la RAF asesinó al jefe de la patronal, Hans-Martin Schleyer; al fiscal general, Siegfried Buback; o al presidente del Dresdner Bank, Jürgen Ponto. Sin embargo, la suerte estaba echada para los restantes presos en Stammheim. La misma noche en la que fracasa el secuestro de un avión por parte de activistas palestinos en Mogadiscio, mueren: Baader y Raspe -por herida de bala-; Ensslin e Ingrid Schubert  -ahorcadas-; y es apuñalada aunque sobrevive Ingmar Moller, quien siempre sostuvo que aquello fue un crimen de Estado.

La actividad de la RAF continuaría hasta los años noventa. Peter O. Chottjewitz, abogado de Andreas Baader durante el juicio, escribió en 2006 -por el treinta aniversario de la muerte de Ulrike- un artículo sobre lo acontecido en esa época que bien puede poner el broche a este breve relato de la RAF.

"La RAF fue derrotada, pero no impera la paz. Sus análisis y objetivos programáticos, que pueden releerse en manifiestos escritos también por la mano de Meinhof, siguen viviendo en una suerte de cenotafio. Sólo una opción tiene el Estado para protegerse de ese peligro dormido. Tendría que dejar de entenderse a sí mismo como auxilio de la plutocracia, para convertirse en un valedor consecuente y eficaz de las necesidades de las clases bajas del propio pueblo y de los pueblos explotados de los Estados y los continentes pobres."
Peter O. Chotjewitz, abogado de Andreas Baader

Para mejor comprensión del tema, es recomendable leer las obras aquí enlazadas -especialmente los escritos de Sacristán y la entrevista a Wisniewski- más el relato de Rafael Narbona, más extenso y detallado:
http://www.forocomunista.com/t12262-ulrike-meinhof-la-guerrilla-urbana-rote-armee-fraktion-por-rafael-narbona